lunes, 26 de mayo de 2014

Rodando por Francia 1ª etapa


16 de julio de 2011
Irún – Capbretón 74,93 km.

11:00 -Descanso un rato tomando una Coca-Cola en un chiringuito a la entrada de Biarritz por la playa, con la lata en la mano me pongo a la sombra de un retorcido arbolillo. Abajo en la playa suena una voz por altavoz, parece una competición de surf a juzgar por la cantidad de gente que se acerca a la playa provista de tablas de todos los tamaños y colores.

La rodada no está resultando tan facilona como pensaba. Un continuo sube y baja por una carretera de costa atestada de coches en esta mañana de sábado de julio. Pero reconozco que la suave y tamizada sombra de este arbolito y la brisa marina en este banco de listones de madera pintados de verde me ha reconfortado bastante.

12:35 Desde que salí de Biarritz la cosa ha mejorado, mucho más llano y bastante carril bici paralelo a la carretera. Seguramente si hubiera tenido el mapita de las pistas ciclables de Aquitania que conseguí después, hubiera podido ahorrarme algo más de carretera.

Acabo de llegar a Bayonne está lleno de turistas. Me gusta esta ciudad, su catedral y claustro que me limito a mirar por desde fuera a través de una puerta cerrada con una cancela de gruesos barrotes metálicos. Me siento en unos escalones de piedra en un lateral de la catedral. El tiempo está bastante nublado ahora, pero alrededor de la catedral hay muchos tenderetes de artistas exponiendo su obra para vender, alguno haciendo retratos en vivo. En general están supertranquilos, por lo que intuyo que no lloverá, al menos de forma inminente, aunque yo no apostaría por ello.

El bus que circula por aquí es enano, de color naranja y eléctrico, pasa bastantes veces por delante de mí y casi siempre va con pocos viajeros.

La gente le hace fotos a mi bici, algún guasón pregunta si es eléctrica, esto mismo me lo preguntarán bastantes veces a lo largo del viaje. Supongo que se asombran de verla tan pequeña y a la vez tan cargada.

14:30 Llego a Capbretón, lo primero que hago es tomarme un café con leche y una barrita en el Café de la Gare, supercolorido, algo extraño y aparentemente superbarato lugar para comer que atienden dos mujeres muy atentas. El café con leche 1,50 y debo responder una vez más que no es una bici eléctrica, que es una plegable y que venimos los dos al chino chano desde Irún, se asombra la camarera de mi respuesta y la verdad, yo también me asombro y eso mismo me hace sentir un poco héroe.
Pregunto por alojamiento, la señora no lo tiene muy claro. Fumo un poco, aclaro las ideas, igual sigo un poco más adelante que aún es bastante temprano. Decido finalmente que para hoy ya está bien, que me quedo en este sitio.
Me cuesta Dios y ayuda encontrar alojamiento, pregunto, persigo las indicaciones de la Oficina de Turismo, cuando la encuentro estaba cerrada todavía. Una vez abren pregunto, hoteles ocupados, solo libres algunos de precios desorbitados, pregunto por camping, me señala tres, pero con bastante mala traza porque me cuesta mucho de encontrar al menos uno, pregunto varias veces hasta que el final un amable francés me dice que está ahí mismo y además era verdad, justo a la vuelta de la esquina estaba el camping.
Definitivamente me alojo en el camping municipal La Civelle, 21 euros con 20 céntimos. Muy amable la gente del camping, tienen mucha paciencia conmigo. Monto la tienda en una amplia parcela para mí solo, pero a pesar de la amplitud, monto la tienda junto al seto, por aquello de apoyar sobre él la bici y no sentirme solo en medio de tanto espacio. Me ducho, hago colada y a tomar una cañita de 2 euros con 20 céntimos, pero me la tomo muy a gusto. En este camping tienen un área de servicios bastante cutre pero eficaz que es lo que cuenta. No tienen wifi ni Internet ni nada, pongo una nota en el hilo de Rodadas con el móvil, especialmente para que los colegas sepan dónde estoy y que estoy bien.
Dado que estuve toda la noche sin dormir viniendo en el bus y todo seguido ponerme a rodar hasta aquí, me vendrán de perlas estos horarios tan desbaratados de los europeos estos. Cenaré pronto, pero que muy pronto y me acostaré en seguida, de paso procuraré madrugar mucho mañana, que muy a mi pesar soy de poco madrugar, sé que así el día cunde más. Voy ya al mini centro comercial del camping a cenar un poquito (mal y a precio de alta cocina, a juzgar por lo que he visto en la pizarra). En cualquier caso, seguro que todo habrá valido más de lo que cuesta, espero seguir pensado así hasta el final del viaje.

En otra cosa que tampoco he acertado ha sido e la elección de los tracks de esta zona de Aquitania. La persona de quien me lo descargué del Wikiloc, hizo más carretera que camino y pistas ciclables. La dichosa carretera costera, en este sábado central de julio era un hervidero de coches, eso sí, todos muy respetuosos, no he tenido ni el menor sobresalto.
El camping está repleto, como casi todos los que me encontraré en el viaje, muchos campistas habituales pero también muchos jóvenes en pandillas. Un numeroso grupo de ellos están en algún tipo de festival de surf, hay muchas tablas alrededor del campamento que tienen perfectamente organizado. Pensé mientras cenaban que con tanta algarabía igual la noche resultaba algo movidita, pero no fue así, en realidad hubo bastante tranquilidad a pesar de que la gente no se acostó tan temprano como yo preveía.
Dentro de la tienda ya noto repiquetear las primeras gotas del viaje, al principio es un sonido tenue y lento, poco a poco se acrecienta y es mi primera experiencia de tienda de campaña bajo la lluvia, no porque nunca antes había llovido en mi vida, sino porque apenas esta era la tercera vez que montaba una tienda de campaña. Mientras oigo la lluvia y me asombro de que no entre ni gota dentro, repaso un poco el día y lo que más me viene a la cabeza era un mal recuerdo de un episodio ocurrido esta misma noche en el bus de Valencia-Irún, la Guardia Civil nos desvió a un área de servicio, subió y se llevó al chico que viajaba a mi lado. El guardia civil vino, se dirigió a él muy educado preguntando si era el sr… el chico asintió. Acompañeme por favor. Y sin resistencia ni palabra alguna, el muchacho se bajó del autobús, sacaron del maletero su bolsa de viaje y subió al coche patrulla. El autobús siguió su marcha hacia la autopista, una mujer del otro lado del pasillo que ya estaba en el bus cuando yo subí en Valencia me susurra… “un menor que se había fugado de casa…” Se me queda mal cuerpo, pensé en el sufrimiento de los padres y en el propio sufrimiento del chico para tener que fugarse de casa… Me quedé triste, de la misma manera que me quedo triste ahora cuando recapitulo.

Las fotos de la jornada:

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