lunes, 26 de mayo de 2014

Rodando por Francia 10ª Etapa


25 de julio de 2011
Castelnaudary –  Trèbes  60,30 km.

10:18 Desayuno sentado en la terracita cubierta de una cafetería en Castelnaudary, frente al mercado de los lunes y justito al lado del Mairie. Pese a la persistente lluvia el mercadillo está muy concurrido. Desayuno café con leche y croissant (3,40€), mientras veo pasar a la gente, incluso cicloturistas que como yo se han hecho el ánimo de salir a pesar de la lluvia que a ratos es fuerte. La predicción del tiempo que vi ayer en la pantalla gigante del comedor del camping daba eso, lluvias constantes.

Hoy el día se está haciendo durillo por la lluvia que insiste. Primero me refugio en una pequeña pérgola de jardín delante de la esclusa de Le Guerre, estoy muy mojado y la cámara está a buen recaudo dentro de la bolsa cutre de manillar que llevo y ésta a su vez envuelta en una bolsa de plástico. No tengo ganas de deshacer todo el hatillo y paso de hacer foto. El lugar en el que me refugio es ciertamente cutre, una pergolita barata de las de Leroi Merlín, en cuyo recinto veo de todo: un sillón de mimbre en ruina total, una silla tumbona de playa con una almohada raída, zapatillas y macetas hechas con botes, eso sí, alrededor un gran y frondoso seto de plantas verdes que le proporcionan una gran intimidad.

Poco después busco resguardo de la lluvia debajo de un techado enorme para maquinaria agrícola y más tarde, cerca de las dos, pasando por un  pequeño puerto desierto, veo estacionadas muchas bicis con alforjas pero ningún ciclista a la vista. Oigo voces debajo, a ras de canal. Me asomo a una estructura de hormigón por debajo del nivel del canal, es un lavadero de ropa para la gente de los barcos supongo. ¡Qué ingenioso! Lavar sin agacharse. Hay tres familias (cicloturistas) completas con niños  que se han refugiado para comer. Los críos van y vienen, están inquietos y con ganas de subirse a sus bicis. Poco a poco se van todos. La lluvia persiste. Aprovecho que pasa un barco para fotografiarlo a ras de agua con una florecilla amarilla cuyas raíces están en el fondo del canal.

Sigo hasta Carcassonne. Es también una gran ciudad que no puedo disfrutar mucho, la lluvia no me abandona, pero aún así doy una vuelta por sus calles con la bici cargada y el sempiterno traje de lluvia.

Me paro en una de las puertas de la muralla y justo al lado hay una cafetería con terraza cubierta que es lo que quiero para no perder de vista la bici. Es curiosa la cafetería, está dedicada en exclusiva a la Escudería Ferrari, incluso hay a la puerta un monigote de plástico con la figura a tamaño natural de un piloto, debe ser alguien famoso por aquí porque los turistas se hacen fotos con él. Y a mí, no sé porqué, pero no me viene en gana sacarle foto alguna.

Podría quedarme por aquí, pero no me apetece dar vueltas por estas calles llenas de tráfico persiguiendo un camping que no tengo ni idea por donde debe parar.

Prefiero seguir adelante, a menos de quince kilómetros está Trèbez, junto al mismo canal y seguro que tienen camping. Además, a quién voy a engañar, prefiero los pueblos pequeños a las grandes ciudades.

Hartura ya de decirlo, pero la lluvia me sigue acompañando, paso por una esclusa cuádruple. Aquí sí que hay gran cantidad de tráfico de barcos. Hago alguna foto y un minuto de video y sigo.

A cinco kilómetros de Trèbez me paro en la esclusa a charlar un rato con el operario, me dice que el mal tiempo se está notando pero que lo peor es la crisis, hay muchísimo menos barcos navegando que otros años. Cosa de la crisis,-insiste.  Y aprovechamos el momento para chapurreando arreglar el mundo, mucho egoísmo y poca solidaridad, es nuestra común conclusión.

Sigo y llego a Trèbez, es un pueblin pequeño que lo cruza una carretera nacional que debe darle bastante vidilla. El camping, “A l'Ombre des Micocouliers “ es bastante grande y acogedor. Como todos, éste también está lleno pero no hay problema para una plaza como la mía. (Tienda y una persona 12,40 €).

Lo primero que hago antes de ir a buscar mi plaza es preguntar por una manguera y poder librar de la costra de barro que tienen la Nana y las alforjas.

Llueve y venturrea a placer mientras monto la tienda, como lo seguirá haciendo a lo largo de la noche. Ceno estupendamente, una especie de pizza pero cuya base es una rebanada gigante de pan, está bueno. Eso, cerveza y un café con leche 12,90€. Mientras ceno en el restaurante del camping, veo las noticias en una pantalla gigante que tienen instalada allí dentro. Hay bastante gente, pero el servicio es rápido y agradable.

En este camping es en el único que tuve un pequeño percance, una tontería de niños supongo, puesto que aquí me robaron el cargador de pilas del gps. Supongo que sería una chiquillada de alguno de los niños de un numeroso grupo que estaban acampados en el mismo camping. Hasta ahora no me había faltado nunca nada. En este camping me encontré con una familia de Murcia que viajaban en una autocaravana prestada, una ocasión más para charlar un rato fluidamente sin señas ni gestos que apoyen el chapurreo.
Las fotos de la Jornada

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